El reglamento vigente, que pretende prohibir por completo la venta de vehículos nuevos con motor de combustión en la Unión Europea a partir del año 2035, debería ser modificado según la primera ministra italiana. De lo contrario, advierte que podría amenazar con un colapso de la industria en toda la unión.
La Unión Europea debería revocar la prohibición planificada de la venta de motores de combustión interna en toda la UE, que según las reglas actuales comenzará a regir a partir de 2035. La primera ministra italiana Giorgia Meloni ha hecho un nuevo llamado para esto. Según sus palabras, la prohibición planeada es una amenaza para un sector clave de la economía de la Unión Europea, es decir, la industria automotriz. Si se produce la prohibición, esto podría llevar, según Meloni, a un colapso económico.
El gobierno italiano, bajo el liderazgo de Meloni, se ha opuesto en esta cuestión a los planes de la Comisión Europea, que en el marco de los esfuerzos por alcanzar la neutralidad de carbono aboga por la prohibición de nuevos vehículos impulsados por motores de gasolina y diésel. Según Meloni, el término 2035 debería ser reconsiderado, especialmente dada las desafíos técnicos y económicos que enfrenta la industria automotriz. Según el gobierno italiano, esta prohibición podría llevar a que muchas empresas industriales no sean capaces de adaptarse a tiempo, lo cual conduciría a enormes pérdidas de empleos, amenazas a las inversiones y la perturbación de la estabilidad general del sector automotriz europeo.
Italia, al igual que otros países europeos, tiene una fuerte y significativa tradición automotriz. Marcas como Fiat, Ferrari o Lamborghini no solo son símbolos de prestigio, sino que juegan un papel crucial en el empleo y la economía del país. La transición a la electromovilidad requiere enormes inversiones en investigación, desarrollo e infraestructura. Muchas automotrices enfrentan problemas sobre cómo transformar sus líneas de producción de manera efectiva para cumplir con las nuevas normas de emisión. Sin embargo, la primera ministra italiana afirma que esta presión es insostenible, especialmente cuando muchas pequeñas y medianas empresas en la cadena de suministro de la industria automotriz no están preparadas para un cambio tan drástico.
Otra preocupación es que la transición repentina a los automóviles eléctricos podría llevar a la dominación de los fabricantes chinos, quienes ya hoy controlan una gran parte del mercado de baterías y componentes para automóviles eléctricos. Los fabricantes europeos podrían perder su competitividad, lo cual conduciría a más problemas económicos.
Uno de los principales argumentos de Meloni es que el término planeado para la prohibición de motores de combustión no es realista. Afirma que la transición a la electromovilidad debería llevarse a cabo de manera gradual, con una mayor consideración de las especificidades regionales y los impactos económicos. Mientras que algunos países están listos para una adopción más rápida de los automóviles eléctricos, otros, incluida Italia, enfrentan desafíos significativamente mayores.
Según los críticos de la estrategia europea, la electrificación del transporte aún no está tecnológicamente madura. Aunque las ventas de automóviles eléctricos están creciendo, aún enfrentan problemas como la disponibilidad limitada de estaciones de recarga, el largo tiempo de carga o la insuficiente autonomía de los vehículos. Además, el precio de los automóviles eléctricos sigue siendo inaccesible para muchos consumidores, lo que impide la adopción masiva de esta tecnología. La situación, en la que los fabricantes europeos no tienen tecnologías muy avanzadas, favorece significativamente las ventas de la competencia china, lo que ya ha afectado las ventas del consorcio alemán Volkswagen.
Meloni advierte que si esta transición no se maneja de manera pragmática, puede provocar la desestabilización del mercado automotriz, lo cual llevaría a la caída de las ventas, la disminución de las inversiones y la pérdida de muchos empleos. Este escenario tendría serias consecuencias no solo para Italia, sino para toda la economía europea.
El gobierno italiano está tratando de iniciar un debate a nivel de la Unión Europea con el objetivo de posponer o suavizar la implementación de la prohibición de motores de combustión interna. Su objetivo no es detener completamente la transición a la electromovilidad, sino encontrar una solución que sea económicamente y tecnológicamente sostenible para todos los estados miembros. Meloni también señala que deberían apoyarse más las tecnologías alternativas, como los combustibles sintéticos (e-combustibles), que podrían ofrecer un compromiso entre los motores de combustión tradicionales y los automóviles eléctricos.