Los objetivos y medidas climáticas deberían ser aún más estrictos en los próximos años, afirma la Unión Europea. Sin embargo, según los representantes de las empresas, ya existen problemas con la implementación de las medidas actuales, y establecer condiciones aún más duras podría dañar aún más la economía.
La Unión Europea planea en los próximos años endurecer significativamente los objetivos climáticos vigentes para 2040. Para entonces, la producción de emisiones de gases de efecto invernadero debería reducirse en un 90 por ciento en comparación con 1990. La UE quiere así garantizar la competitividad y la sostenibilidad, y posteriormente lograr cero emisiones para 2050. Un enfoque aún más estricto de la UE hacia las emisiones ya ha tenido numerosos críticos, quienes consideran que el sistema actual de reducción de emisiones para 2030 es inalcanzable y perjudicial para la economía.
Según las estimaciones de la Agencia Internacional de Energía (AIE), la mitad de todas las reducciones de emisiones necesarias en 2050 requerirán tecnologías que hoy están todavía en fase de investigación y desarrollo o de pruebas, y que no están comercialmente disponibles. Las empresas destacan que el desarrollo y la implementación de estas tecnologías requerirán inversiones significativas y una distribución de riesgos, lo cual significa que el mercado por sí solo no será capaz de financiar adecuadamente la transición hacia tecnologías sin emisiones.
El papel del gobierno en forma de subvenciones, alivios fiscales y otras formas de apoyo es crucial aquí, permitiendo a las empresas la transición hacia tecnologías sostenibles. Un ejemplo histórico es el desarrollo de los paneles solares y la bioenergía, donde el apoyo gubernamental permitió la escalabilidad y la reducción de costos. Las empresas también se enfrentan al desafío de la llamada ‘brown-to-green’ transformación, es decir, la transición de los combustibles fósiles tradicionales a las energías verdes.
La ambición de la UE de reducir aún más las emisiones para 2040 debería ser garantizada por una directiva que obligue a las empresas a reportar sobre su sostenibilidad, conocida como la CSRD (Corporate Sustainability Reporting Directive). Esta se ampliará a un mayor número de empresas, lo que obviamente no agrada a muchas de ellas.
Las primeras empresas ya deben crear informes de sostenibilidad a partir de este enero en el marco de la CSRD de acuerdo con los estándares ambientales y con verificación externa. Esta obligación no solo afecta a las empresas europeas, sino también a las empresas extranjeras que tienen una actividad comercial significativa en la UE.
Al mismo tiempo, las empresas sienten la presión de diferentes stakeholders, desde clientes y empleados hasta inversores y organismos reguladores. La mayor presión la sienten las grandes empresas con ingresos anuales superiores a 1.000 millones de euros, especialmente de clientes e inversores, mientras que las empresas más pequeñas sienten la presión principalmente de los reguladores. Algunos sectores, como el energético, la industria automotriz o los bienes de consumo, se enfrentan a esta presión más que otros sectores, como la tecnología o los medios, que aún no se ven tan afectados por el clima y la sostenibilidad.
Las empresas deben hacer frente a los desafíos que traen las nuevas tecnologías, los cambios en el mercado y los requisitos regulatorios. Al mismo tiempo, estos desafíos ofrecen oportunidades para la innovación y el desarrollo de productos y servicios con una menor huella de carbono. Las empresas también pueden aumentar la resiliencia de sus cadenas de suministro e invertir en fuentes de energía renovables, lo que puede ofrecer nuevas oportunidades de mercado y aumentar la competitividad.
Por lo tanto, la UE solicitará a las empresas una mayor reducción de emisiones, pero la capacidad para implementar tales medidas depende de muchos factores adicionales. Según las propias empresas, será difícil implementar incluso las medidas actuales, y mucho menos endurecerlas aún más. ‘No tiene sentido seguir endureciendo los objetivos a largo plazo para ocultar que probablemente no se alcanzarán los objetivos a corto plazo,’ dijo Ingbert Liebing, director de la Asociación Alemana de Empresas Municipales (VKU), a Frankfurter Allgemeine Zeitung.